Mercenarios: Ganándose la vida como soldados de fortuna
En un artículo reciente del periódico Reforma, llamado: “Estados Unidos se hace ‘freelance’” nos hablaba de esta tendencia independentista mundial. Felicito ampliamente al corresponsal Ángel Villarino, no solo por lo profundo y detallado del artículo, sino por lo oportuno del tema. A lo largo de esta columna, quisiera visitar algunos de los datos duros aportados por mi colega columnista aunque antes, me gustaría definir semánticamente la palabra freelance.
“Freelance” significa “lanza libre” o “lanza alquilable”. Fue un término “anglo” acuñado en el medioevo cuando los Señores Feudales requerían de recursos militares (entiéndase soldados) con fines de protección o conquista. En otras palabras: “mercenarios” a sueldo o, solados de fortuna. Las innumerables guerras y sus consecuentes (aunque contados) espacios de paz, reclutaban a miles de jóvenes campesinos para las justas bélicas. La aventura, la gloria y el botín, seducía a propios y extraños (léase la saga de libros de: “El Capitán Alatriste” del escritor español Pérez Reverte). Una vez concluidas éstas, quedaban miles de hombres varados en tierras extrañas con una posesión única: su lanza y, un único oficio, la guerra para la cual, habían desarrollado gran destreza. Estos soldados de fortuna, en ocasiones, eran re-contratados para el mal, creando el asedio de la delincuencia, en otras, para protección de familias adineradas, pueblos amurallados y/o gobiernos establecidos quedando estos mercenarios bajo la nómina de alguna forma de organización.
La apabullaste cifra que nos aporta Villarino: “Un total de 54 millones de personas, o el 34 por ciento de la fuerza laboral en USA, desempeña trabajos externos a empresas y sin contratos laborales vinculantes” sólo nos habla de que, hoy en día, en el medio profesional mundial y bajo una economía veleidosa, agresiva y desafiante, parecen presentarse elementos parecidos a los acontecidos en aquellos siglos. Las recurrentes crisis que han asolado Europa y América los últimos 4 años han puesto en jaque la formalidad y “seguridad” del empleo; muchos han quedado sin él, más con una doble arma: la capacidad y la experiencia así como un deseo enorme de recuperar el “status quo” precedente. No hay nada más estamínico que la sensación de “nada que perder y todo por ganar”.
En mis análisis autodidactas de la personalidad y el trabajo, tiendo a dividir -si bien de forma simplista- en dos a las personas que empiezan la vida profesional: aquellas generadoras de riqueza y, aquellas sustentadoras de las generadoras de la riqueza. En ninguna manera pretendo ser detrimental o peyorativo, sólo anhelo exponer que, mientras unos buscan primordialmente la seguridad del empleo, otros buscan afanosamente inventar algo que produzca ingresos más allá de los que da un salario sintiéndose libres como el viento. Ya alguien decía: “El trabajo quita tanto tiempo que no queda tiempo para hacer dinero”.
Por años pensé que, una gran parte de los freelanceros estaban invadidos del GEN de la generación de riqueza, en otras palabras: apostando todo por empujar hasta las últimas consecuencias sus ideas, sus proyectos, sus sueños. Muchos otros, pensaba también, se habían sumado a éstos (los soldados de fortuna), pues se les había hundido el piso al quedar desempleados viéndose de repente sin chamba. Y creo que, por muchas décadas así fue; cultura, creencias y una sociedad en bonanza, apuntaban a la seguridad del empleo a toda costa una vez alcanzada la edad o terminados los estudios. “Para qué inventar algo si ya alguien lo hizo y me puedo ir a trabajar con él o ella. Por doquier se escuchaban frases como… “Quiero trabajar en tal o cual empresa”.
Hoy, me parece que, los bloques tipo “lego” de nuestro entramado social, se están re-configurando en el mundo. Como se puede leer en el artículo del Reforma: “Un 50 por ciento de los evaluados en el estudio citado por Villarino “26.6 millones de personas, no tiene otra ocupación más que la de ‘freelance’ y el resto se divide entre aquellos que combinan trabajos convencionales con encargos (45 por ciento) y quienes mantienen una pequeña empresa, y dan trabajo y coordinan a otros autónomos (5 por ciento)”.
Más y más personas buscan una relación distanciada del patrón, jefe u autoridad, explicó Jeff Wald, fundador de WorkMarket, consultora especializada en analizar el mercado laboral: “Se está convirtiendo en algo intergeneracional, y la mayoría de quienes son ‘freelancers’ prefieren seguir siéndolo”.
Más y más personas ofrecen su lanza a costos altamente atractivos poniendo en riesgo a los que se encuentran dentro de la nómina. Poniendo en riesgo a los sindicatos y a las autoridades. Veamos por ejemplo los freelanceros que conducen autos para UBER y el impacto y molestia que han generado en muchas ciudades del planeta.
Los entusiastas del nuevo paradigma creen que la “ya nombrada nueva revolución freelance” está transformando todas las esferas de la sociedad y comparan su impacto con el de la Revolución Industrial.
Yo opino, sin temor a equivocarme, que se está gestando un lugar intermedio entre el trabajo independiente y el trabajo asalariado el cual se podría clasificar como un tipo de freelance por contrato o por iguala. Una posición sin riesgo para el patrón (no hay beneficios), con libertad para el proveedor independiente (puede trabajar con quien quiera) y una reducción de costos al final de la cadena productiva que puede impactar la cadena de suministro doméstica e internacional. ¿Tú qué opinas?
En mi opinión el articulo tiene razón el espacio de los Freelance se está limitando y abundan más que trabajan para alguien, como lo dice Robert T. Kiyosaki en su libro ¨Padre rico padre pobre¨ los que están en la carrera de la rata y es importante salir de ese lugar.
Bibliografía: http://www.merca20.com/mercenarios-ganandose-la-vida-como-soldados-de-fortuna/
Jerson Enrique Peraza Espinoza Grupo 615
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